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Con escasa convocatoria, sin estructura política real y cada vez más agresivo en sus discursos, el exgobernador Rodríguez Saá atraviesa los últimos tramos de su trayectoria con señales claras de desgaste y aislamiento. RODRÍGUEZ SAÁ Y LAS POSTALES DE SU OCASO
Thursday, 08 May 2025 03:00 am
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Tres imágenes difundidas en las últimas horas retratan con crudeza el momento político que atraviesa el exgobernador Rodríguez Saá. Son postales que hablan solas. Lo muestran en sus visitas a Quines, Candelaria y San Martín, donde fue recibido por apenas un puñado de simpatizantes. Así transcurre su ocaso político: lejos de las multitudes, cerca del olvido.

En Quines, ante un puñado de seguidores.

Esas visitas buscaban inyectar ánimo a candidatos locales que esta vez caminan solos, sin respaldo real, sin estructura, sin recursos. Qué contraste con aquellos tiempos en que sobraba el dinero para sostener cualquier candidatura, y las convocatorias del peronismo en San Martín eran verdaderas mareas humanas. Hoy, solo queda el eco de ese poder que supo ser.

Y sin embargo, los fondos no faltaron. Pero tuvieron otro destino: gigantografías con su propia silueta en carteles de vía pública que le pertenecen y que, para colmo, están fuera de la ley y adeudan impuestos. El recurso es escaso, pero alcanza para el culto a la personalidad.

En Candelaria. Una imagen contundente.

A eso se suma su tono actual: agrio, agresivo, fuera de control. Ya no es solo el picante típico de una campaña: es resentimiento al desnudo. Acusa sin pruebas, miente a través de su exdiario, amenaza con “justicia por mano propia”. Se lo nota superado. Y lo más evidente: se sabe derrotado.

Agravia cuando dice que todos son ladrones. Miente cuando publica noticias falsas en el exdiario. Y amenaza cuando insinúa represalias personales contra candidatos del oficialismo. Un espiral de violencia verbal que lo aísla aún más.

¿Quién lo hubiera imaginado así? Este es el Rodríguez Saá que hoy vemos. Solo, furioso, sin interlocutores reales. En retirada. Más, los jóvenes dirigentes no ven futuro alrededor suyo.

En San Martín. Décadas atrás allí las reuniones eran multitudinarias.

Hace unos días, alguien que compartió mucho con él publicó un mensaje inquietante en redes: “Dos años de vivir sin poder ni privilegios los ha enfurecido”. Una revelación cruda, pero tal vez acertada. Una frase digna de «Juego de Tronos».

Da tristeza verlo así. Rodríguez Saá no entiende que el mundo cambió. No entiende que San Luis cambió. Y como decía aquel eslogan político que él mismo utilizó hace ocho años atrás: San Luis cambió, y cambió para siempre.