HISTORIAS DE EMOCIÓN Y MUDANZAS: FAMILIAS QUE FUERON POSTERGADAS DURANTE AÑOS YA VIVEN EN SU HOGAR
Tras 14 años de incertidumbre, 216 familias recibieron las llaves de sus viviendas. Muchos festejaron con mudanzas inmediatas, fletes listos y un nuevo futuro por delante.
El sur de la ciudad de San Luis volvió a ser escenario de abrazos interminables, lágrimas contenidas y sonrisas que dijeron más que cualquier palabra. Este jueves, en una nueva jornada de entrega de viviendas de los planes de terminalidad habitacional “Progreso” y “Sueños”, cientos de familias cruzaron por primera vez la puerta que esperaron durante más de una década.
El gobernador Claudio Poggi encabezó el acto y volvió a poner en valor lo que definió como un acto de justicia, de reparación y de palabra cumplida, en referencia a las más de 14 años de demora que atravesaron quienes habían pagado cuotas, presentado papeles y sostenido la esperanza incluso cuando parecía agotarse.
“Hoy devolvemos lo que nunca debería haberse postergado: el derecho a la vivienda y la dignidad del esfuerzo de cada familia”, afirmó ante los adjudicatarios.
Pero a su alrededor, camionetas cargadas de colchones, muebles, valijas y cajas describían mejor que nadie la necesidad por empezar una vida nueva.
Varios vecinos se mudaron de forma inmediata, que todo estaba embalado desde hacía días y que esa noche la pasarían directamente en su casa nueva. En las calles internas, mientras sonaba música de fondo, familias completas colaboraban para bajar electrodomésticos, armar camas, limpiar los ambientes y reconocer el barrio que ya sienten propio.

Fueron entregadas 216 viviendas este jueves.
Las voces de una espera interminable
Patricia Bustos fue una de las primeras en recibir su llave. Detrás hay toda una vida entera alquilando. “Es mucha emoción, mucha alegría. Ya hace dos años había perdido la esperanza, pero cuando regresó el gobernador nos dio un poco más de confianza y acá estamos”, contó.
Nunca retiró la plata de las cuotas y tampoco dejó de soñar, aun cuando pagar alquiler, que llegó a los $220 mil, se volvió un peso difícil de sostener trabajando sola.
Patricia vivirá con su hijo, hoy de 28 años, que tenía apenas 14 cuando se inscribieron. “Tengo todo embalado, todo listo”, dijo, con una sonrisa que no podía disimular.
Jorge Civalero Zabala es otro testimonio. A esa espera le suma pérdidas familiares, mudanzas interminables, casas prestadas y una pila de frustraciones. “Llegó el día. Estoy muy feliz por mí y por mi familia. Muy agradecido con el gobernador Poggi, que una vez más cumplió con la palabra”, afirmó.
Recordó el día que le dijeron que sus carpetas “habían sido destruidas” en la gestión anterior: “Cuando nos llamaron no lo podía creer. Es inexplicable saber que vas a tener tu techo, que no vas a entregar más de la mitad del sueldo para alquilar.”
Asistió junto a su esposa y sus dos hijos adolescentes, quienes ahora disfrutarán de un hogar que esperaron toda su vida. La mudanza será en los próximos días: quiere primero hacer arreglos y dejar todo “acorde para vivir”.
En el caso de Walter Osvaldo Castro, la emoción se mezcla con alivio. Vivirá con su pareja, que convive con problemas de columna y enfermedades reumáticas. “Es algo increíble. Haber alquilado tanto tiempo y hoy recibir la casa es divino”, contó.
“En algún momento sí perdí la esperanza, pero había algo que no me dejó caer los brazos”, agregó. Para él, este fin de año tendrá un significado distinto: “Vamos a estar en familia, y eso es muy bueno”.

Las viviendas se ubican en el sur de San Luis.
Gregorio Altamiranda, también resistió cuando le propusieron devolverle el dinero. “Nunca retiré nada. Siempre pensé que algún día iba a llegar. Y gracias a Dios y al gobernador Poggi, hoy tenemos nuestra casa”, señaló.
Fue acompañado por su esposa y sus hijos, y planean festejar fuerte: “Vamos a hacer una choriceada, seremos como 20. Estamos todos muy felices”.
Para Marcelo Zacagnini Arce, la entrega tiene un valor doble. Contó que lo vive por él y por su madre, fallecida, quien había sido la adjudicataria original. “El logro de su vida era dejarme algo a mí. Esta casa es ella”, relató con emoción.
Recordó su lucha en la secretaría de Vivienda de la anterior administración, los trámites eternos y la ilusión que ella mantuvo hasta el último día. Marcelo alquilaba por $350 mil, y ahora podrá destinar ese dinero “a lo propio”.
Mañana mismo empieza el cambio.
Lorena Casas también vivió la jornada única. “No lo puedo creer. Siento que explota el corazón de alegría”, dijo. Llegó acompañada de sus hijos y pensando en sus dos nietas. Pagó más de 70 cuotas y nunca dejó de insistir, incluso cuando la gestión anterior suspendió el programa.
El día que la llamaron, fue con sus nenes a ver el terreno: “Estaba todo pelado, era un baldío, ahora verla terminada es increíble”.
Lorena festejará a lo grande: “Quiero una fiesta en la cuadra. De esas de antes, donde toda la familia está unida”. La mudanza comienza durante la misma tarde y el flete ya estaba contratado.
Mientras avanzaba la tarde, el barrio se llenó de sonidos nuevos. El ruido de las camionetas con la caja cargada, un colchón que se apoya contra la pared, niños corriendo entre casas idénticas y un murmullo colectivo que repetía la misma palabra: “Por fin”.
Muchos hasta armaron una merienda improvisada con las sillas afueras de los hogares. Y más de uno aseguraba que esta noche la pasaría en su nueva vivienda, marcando el inicio de una etapa que demoró más de diez años, pero que finalmente llegó.
En el sur de San Luis, cientos de familias cerraron una herida y abrieron una puerta con la certeza de que los sueños, incluso los que se postergan demasiado, también se cumplen.
Informe de cobertura: Néstor Miranda y Soffia Garrido.
Fotos: Lautaro Sánchez.


